Corsage: La mujer y la monarquía en decadencia

A medida que se acerca su cumpleaños número 40, la bella emperatriz Elisabeth “Sissi” de Austria comienza a ser considerada oficialmente una persona mayor. Desconcertada, la Última Emperatriz empieza a buscar formas de mantener su imagen pública, antes idolatrada por su belleza.

Después de cientos de años de ser super-potencias, las monarquías Europeas comenzaron a perder poder mientras más se acercaba el siglo XX con sus numerosas guerras. Los hechos de la historia ya la conocemos a grandes o pequeños rasgos, sin embargo, la directora Marie Kreutzer nos ofrece una perspectiva diferente de la historia con Corsage, una ficcionalización de la vida de Elisabeth de Baviera, mejor conocida como Sissi.

Kreutzer nos introduce en el Imperio Austro-Húngaro en 1877, en un punto en el que el mandato del Emperador Franz Joseph se encuentra en crisis. Entre conflictos políticos y bélicos, la gente en el poder reniega de sus deberes, la moral del pueblo está en el suelo. Todo el esplendor y la elegancia a la que relacionamos a la realeza es solo una fachada que se comienza a caer y permite ver sus palacios ahora sucios, corroídos y donde la modernidad de vez en cuando se asoma casi imperceptible.

 

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La monarquía está muriendo y no hay quien quiera verlo o aceptarlo. El peso de su caída recae en Elisabeth, justo cuando llega a los 40 años, edad en la que ya era considerada una mujer vieja, en el inicio del declive de su vida, del desvanecimiento de su belleza y todas las virtudes por las que era el deleite del imperio austro-húngaro. Ahora para sus súbditos no es más que el objeto de chismes y rumores y para su esposo Franz Joseph es una fuerza que debe controlar antes de que manche más su reputación.

Incapaz de ser más activa en cuestiones políticas debido a su género, Elisabeth encontraba la felicidad en la adulación de sus amantes platónicos y la compañía de sus hijos. Sin embargo con la creciente atención en su comportamiento, estas relaciones se vuelven más y más difíciles de mantener. Así Sissi poco a poco pierde todo aquello con lo que siente una conexión y se hunde en vicios y en la obsesión con su cuerpo.

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Sin embargo Kreutzer no pretende que llevar a Sissi al mismo rumbo que la monarquía, en lugar de eso se vuelve su cómplice en trazar el camino hacia su libertad, a partir de aquí Corsage se separa de la historia real y le permite a Elisabeth tener un destino diferente al que sufrió en verdad. Fácilmente Kreutzer podría caer en presentar a Elisabeth como una figura aspiracional, incluso hasta declararla un icono feminista, pero no se limita a mostrarla como sumamente egoísta y maleducada en lugar de simplemente rebelde. Vicky Krieps la interpreta como una figura que en su exterior es elegante, pero que por dentro tiene una mentalidad infantil que necesita expresarse. 

Kreutzer y Krieps crean a una personaje que podría ser desagradable si se le viera desde una perspectiva externa, pero Elisabeth es tan abierta con el público sobre sus defectos y su comportamiento errático que se convierte en una persona fascinante con la que se puede empatizar, pues lo único que está buscando es paz. Una figura de autoridad como una emperatriz no es alguien por quien se pueda sentir lástima fácilmente, después de todo Elisabeth tuvo más poder y riquezas a la que cualquiera de nosotrxs ni siquiera podría aspirar. Pero eso no significa que Kreutzer ni el público pueda ver más allá de su posición, ver a la mujer real que estaba encadenada a su deber e imaginarse que se merecía algo mejor. Encontrar su calma en el mar en lugar de perecer junto al sistema a la que fue forzada a participar.

Calificación: ****1/2

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Dirección y guión: Marie Kreutzer
Cinematografía: Judith Kaufmann
Edición: Ulrike Kofler
Música: Camille
Elenco: Vicky Krieps, Katharina Lorenz, Jeanne Werner, Aaron Friesz, Alma Hasun, Manuel Rubey, Colin Morgan, Marlene Hauser y Florian Teichtmeister

 

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